En un poblado de América, hace muchos años, hubo una pareja joven y fuerte que decidió ir a consultar al chamán de la aldea.
"Me llamo Nube Blanca y él es Toro Bravo. Venimos con todos nuestros mejores deseos a rogarte que nos reveles la fórmula del amor eterno". Dijo la joven al anciano.
El anciano le dijo a Toro Bravo que cogiese el águila más fiera y veloz con la única ayuda de una red. A la joven le dijo que atrapase al halcón más fuerte y agresivo con la sola ayuda de una red.
Al cabo de unas días, volvieron a la choza con las aves.
"Coged una tira de cuero y atad la pata derecha del águila junto a la izquierda del halcón. Una vez hecho esto, soltad les en el aire". Les dijo el chamán.
Así lo hicieron y cuando soltaron a las aves, éstas se cayeron al suelo y como no podían levantar el vuelo, se empezaron a picotear agresivamente.
Nube Blanca y Toro Bravo, observaron patidifusos la reacción.
"No pretendáis estar aferrados el uno al otro para siempre, aunque sea en el nombre del amor, porque llegará un momento en el os haréis daño mutuamente." Le dijo el anciano a la pareja.
Moraleja: Si quieres realmente a alguien con locura, tienes que darle alas para que pueda volar y ser libre.
martes, 11 de octubre de 2011
sábado, 8 de octubre de 2011
El Regalo del Gran Espíritu
Los viejos iroqueses cuentan esta historia para que los más jóvenes aprendan a ser bondadosos con los ancianos.
Y cuentan que hace muchos inviernos, y más veranos aún, en un pequeño poblado iroqués, apareció un día un anciano desconocido. El anciano vestía harapos. Parecía cansado e irritado. Entró en el pueblo y miró la puerta de cada casa. Sobre las puertas podían verse los emblemas de los clanes de sus ocupantes.
Y cuentan que hace muchos inviernos, y más veranos aún, en un pequeño poblado iroqués, apareció un día un anciano desconocido. El anciano vestía harapos. Parecía cansado e irritado. Entró en el pueblo y miró la puerta de cada casa. Sobre las puertas podían verse los emblemas de los clanes de sus ocupantes.
miércoles, 5 de octubre de 2011
La Confianza
Un día de verano, estaban tres amigos caminando por una calle de Madrid, cuando uno de los tres dijo: "¿Qué haremos cuando nos separemos?". El otro le dijo que ellos tres serían el agua, el fuego y la confianza.
El agua dijo:
"Si me perdéis y queréis encontrarme, buscadme en lugares donde el agua sea abundante. En los prados o ríos, por ejemplo." Los amigos asintieron.
El fuego dijo:
"Si me perdéis y queréis encontrarme, buscadme en lugares calurosos y secos." Los amigos se sonrieron.
Por último, la confianza dijo:
"Si me perdéis, jamás volveré a aparecer."
Moraleja: La confianza, si se pierde una vez, ya es muy difícil volver a conseguirla, porque por una vez que te fallen, ya no vas a volver a confiar en la otra persona como antes.
El agua dijo:
"Si me perdéis y queréis encontrarme, buscadme en lugares donde el agua sea abundante. En los prados o ríos, por ejemplo." Los amigos asintieron.
El fuego dijo:
"Si me perdéis y queréis encontrarme, buscadme en lugares calurosos y secos." Los amigos se sonrieron.
Por último, la confianza dijo:
"Si me perdéis, jamás volveré a aparecer."
Moraleja: La confianza, si se pierde una vez, ya es muy difícil volver a conseguirla, porque por una vez que te fallen, ya no vas a volver a confiar en la otra persona como antes.
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